
¡Oh, Santísima Virgen María!
¡Coronada Reina de Luján! Dios me
ha creado para la gloria eterna.
¡Ah! ¿Quién me diera alas de paloma
para volar a esa morada de felicidad?
¿Quién me abriera las puertas del
cielo, y me ayudara a subir hasta el pie
del Trono del Altísimo?
Concédeme, oh, Santísima Virgen
de Luján, vuestra protección a este
hijo tuyo que gime en medio de este
valle de lágrimas y sólo recibe consuelo
celebrando vuestras glorias. Ayúdame,
a fin de que después de haberte
honrado en la tierra merezca alabarte en
el Cielo, por los siglos de los siglos.
Así sea.
FELÍZ DÍA, GUIADORAS!
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